viernes, 31 de julio de 2009

Watchmen IV (a)


Bueno, el cuarto capítulo de Watchmen es sencillamente espectacular. En él presenciamos al Dr. Manhattan -el personaje más complejo de la obra- en medio de Marte, recién escapado de la Tierra por las acusaciones de las que ha sido víctima. Hay la tentación de decir que allí, en su soledad, comienza a recordar eventos del pasado, pero ‘recordar’ no es lo que en realidad hace. Tampoco ‘salta’ en el tiempo de un evento a otro; lo que presenciamos más bien es la vivencia simultanea de Manhattan en los diferentes tiempos; pasado, presente y futuro a la vez. Intentaré jugar con esta condición ontológica en este primer comentario sobre el cuarto capítulo. He decidido dedicar una segunda parte más ligera a una reflexión más dirigida a la condición política que genera la existencia de Manhattan. Vamos entonces con esta primera parte paso a paso.

No es fácil captar en una qué es lo que le ocurre a Jon Osterman para que se convierta en el Dr. Manhattan. Repasemos esto. El accidente que le ocurre a Osterman ocurre en una máquina que separa a los objetos de sus campos intrínsecos. Es decir, algo así como que a los objetos se les quita lo más íntimo, lo más esencial que tienen. Según se dice, en la página cuatro, este experimento en particular se estaría realizando para saber si es que hay algo más, aparte de la gravedad, que mantenga a los objetos unidos (digamos, que los mantenga siendo lo que son). Lo que hace Moore, me parece, es jugar con la idea de que sí hay un campo intrínseco, esencial, íntimo, que mantiene a las cosas siendo lo que son. Cuando Jon Osterman queda encerrado en la cabina experimental sufre una desintegración total de su cuerpo físico, tal y como ha ocurrido con los demás objetos materiales en los que se ha realizado el experimento. Pero en un ser humano, ha ocurrido, al parecer como fruto de un azar inexplicable y muy anormal, que se ha desintegrado la materia pero “una forma de patrón electromagnético similar a la conciencia sobrevivió” [Aquí no estoy seguro de mi traducción, el texto original dice: “…a form of electromagnetic pattern resembling consciousness survived”]. Esta especie de resto de conciencia sería el campo intrínseco que fue separado y no fue destruido, a partir de esto, tal ‘conciencia’ pudo reconstruirse un cuerpo físico. Acá ya hay planteado algo muy interesante: el ser humano tiene algo íntimo que lo hace ser lo que es, pero cuando este algo sufre la separación de lo físico, libera una potencialidad de ‘poderes’ para manipular lo físico como le plazca. Al fin y al cabo lo que hace Manhattan es manipular los átomos de la cosas del modo en que quiera, sin siquiera tocarlos; algo así como si, ahora que un campo intrínseco humano se ha liberado, este es capaz jugar con los campos intrínsecos de todas las demás cosas físicas. Dicho de otro modo, ese algo que hace que el ser humano sea lo que sea, esa intimidad profunda que lo forma, es la capacidad ilimitada de manipular a lo que lo rodea. Esta lectura, si es que tiene algo de correcta, es muy interesante con respecto a lo que Moore estaría implicando en el comic. (Me hace recordar a un comic chileno que acabo de adquirir: ‘Bilis Negra’ de Mario Markus, en donde se juega con la idea de que una máquina teletransportadora sólo operaría con lo físico, pero habría algo más que no es físico en el ser humano, que la máquina no podría teletransportar.)

Pasemos a la condición en la que se encuentra Dr. Manhattan mismo. Su condición ontológica y metafísica es muy compleja, y se revela de forma fascinante en el comic. Observemos primero cómo Manhattan describe los eventos por los que vamos paseando. La descripción me suena a los apuntes sobre los hechos físicos que haría un científico en medio de un experimento. Son apuntes que parecen referirse estrictamente a la medida de las cosas, sin importar qué evento es el que se está describiendo. De este modo Manhattan se pasea por el pasado, el presente y el futuro, cosa que permite que este capítulo nos proporcione una cronología muy completa de los hechos en el comic. Pero en este pasearse por el tiempo hay algo muy interesante. Manhattan no recuerda el pasado, ni proyecta o vaticina los eventos del fututo, él más bien parece estar viviendo cada uno de esos hechos en simultáneo. En la página 16, cuando discute con su primera pareja -Janey Slater-, le dice: “I can’t prevent future. To me it’s already happening”; y luego dice claramente que hace años, cuando le decía que la amaba, la escuchaba a la vez gritándole por la discusión que están teniendo en el presente. Luego le dice que pronto harán el amor, pero esto no es un aviso de que sabe lo que va a pasar, es un aviso de que él ya está viviendo lo que va a pasar. En el post anterior dije que Manhattan era una especie de ‘observador objetivo’, y me equivoqué; Manhattan no observa los hechos, los vive objetivamente, es más bien un viviente objetivo, un experimentador objetivo. Entiende todo, no porque ya lo conoce todo, sino porque no deja nunca de conocerlo todo; pasado, presente y futuro están ocurriendo en paralelo para él.

La complejidad aquí reside en que Manhattan sigue siendo una sola persona, sigue siendo él quien vive todos los eventos a la vez, pero sin embargo son todos diferentes eventos que no dejan de cambiar y de progresar. Hay unidad y multiplicidad a la vez ocurriendo en la ontología especial de Manhattan. Y lo más interesante aquí es que, a pesar de la deshumanización que sufre en su transformación tras el experimento, él sigue, claramente, teniendo muchos rasgos humanos. Hay en Manhattan muchísimas muestras de sensibilidad. E incluso, a pesar del acercamiento siempre frío y analítico a los eventos, desprende chispazos de melancolía. En la página 11 le dice a Janey Slater con sinceridad, aunque sabiendo que miente, que la ama y que nunca la dejará. En la página 17 hace incluso una descripción estética, poética, metafórica del beso que se da con Laurie Juspeczyk (“After each long kiss, she plants a smaller, gentler one upon my lips, like a signature.”). En la página 25 muestra claramente esta dicotomía entre lo que siente y lo que sabe, cuando se lamenta por vivir un momento en el que no desea separarse nunca de una mujer, sabiendo sin embargo que lo va a hacer. Manhattan dice haber perdido la capacidad para sentir la temperatura (pag. 12); es decir, su capacidad para percibir sensaciones empíricas, físicas, ha desaparecido. Pero su capacidad para sentir espiritualmente no se ha desvanecido, y esta parece ser la miseria de Manhattan, la tragedia en la que tiene que vivir eterna y constantemente.

Es como si él estuviera en una especie de espacio intermedio entre el nirvana y el devenir humano. Siempre más allá, siempre trascendiendo lo limitado, siempre accediendo a lo infinito, pero aun así, siempre sometido al constante devenir humano, a los sentimientos de esperanza, de melancolía, de vergüenza, de remordimiento. Liberado de la condición humana, y a la vez atrapado en ella. Esto me hace recordar a algo que ocurre en otro comic (otra obra maestra): Sandman de Neil Gaiman. Allí ocurre que en la familia de Los Eternos no se considera que alguno sea en efecto una persona. La familia está compuesta por los hermanos Sueño, Destrucción, Desespero, Muerte, Delirio (que antes fue Delicia), Deseo y Destino. No son dioses ni son hombres. Son Los Eternos, sin muerte y sin nacimiento. En algún momento hay una discusión entre sirvientes sobre qué son ellos. Si uno muere y otro lo reemplaza, no ha habido cambio verdadero. Son más bien una idea, o una representación. Hay alguien (Abel, el hermano de Caín) que lo dice con precisión: son “un punto de vista”. Recuerdo esto porque me parece que a Manhattan le cae de pelo la descripción. Ya no es un humano, no es un dios sin embargo. Sigue sometido al devenir de los mortales, pero tiene condiciones inmortales y absolutas. Creo que sería bastante acertado decir que si algo es, dentro de la complejidad a la vez universal y singular de su ontología, es un “punto de vista” puro y desinteresado, pero aun condicionado por la perspectiva. Aun sujeto al lenguaje, a la mirada limitada, al condicionamiento de la ciencia y de la sociedad. Se me viene a la mente algo también dicho en Sandman, por mi miembro favorito de la familia de Los Eternos: Delirio. Ella dice en una ocasión que hay algo que le “sabe un poco a siempre”. Y se me ocurre que “a siempre” es que le debe saber la existencia a Manhattan.

No hay comentarios: