martes, 7 de abril de 2009

Fujimori condenado


Saludos, peruanos. Hoy, esa sensación que nos es tan extraña, ese cosquilleo en el cuerpo que te hace sentir que eres parte de una humanidad y que te provoca un suspiro largo llegó a nuestros espíritus. Hoy pudimos experimentar lo que casi nunca, como sociedad, podemos, ese calorcito que te anima a seguir adelante y que te da la extraña convicción de que vale la pena. Hoy sentimos, al fin, a la justicia dentro nuestro, posándose directamente en nosotros. Y esto ya no se trata de verdades ni de argumentos, se trata de haber reivindicado explícita y oficialmente, a los ojos de todos, a tantas vidas que se vieron directamente afectadas por la desvergüenza de quienes se creyeron poderosos por encima de cualquiera. Lo que hoy tenemos por resaltar ya no son discursos, son sentimientos, memorias. Desde la sorprendente llegada de Fujimori a Chile y la sensación de alegría y agradecimiento por la extradición, pasando por el inicio del juicio que mostró nada más que a un hombre mentiroso hasta los huesos, y por aquella sonrisa y aquel guiño cómplice que daba testimonio de la estupidez del hoy condenado, todo ello hasta el día de hoy nos hace más concientes de la importancia de evidenciar a toda luz cuáles son los problemas y las penas por los que ha pasado nuestro país. Que esta condena sirva para abrir bien los ojos y prestar mucha atención antes de volver a cerrarlos para reflexionar sobre lo visto.

Hoy, debo confesarlo, ha sido un día feliz. Uno de los mejores del año de lejos. Y que no se confunda esta sensación con la venganza, ella es personal y sigue llena de rencor; esta sensación es precisamente la que deja totalmente de lado rencor, está llena de paz. Peruanos, qué largo y reconfortante suspiro nos dimos hoy.

Para la lectura de la sentencia completa: "Sí, lo está."

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