lunes, 16 de febrero de 2009

Freud borracho

Matt Ridley realiza este ligero examen del fenómeno del psicoanálisis en su libro “Nature Via Nurture. Genes, Experience, and What Makes Us Human”:

“La extraordinaria difusión del psicoanálisis entre 1920 y 1970 se debe más al marketing que a los éxitos terapéuticos. Al hablar con los enfermos sobre sus infancias, los analistas ofrecían una humanidad y simpatía hasta entonces inexistentes. Esto les hizo populares cuando las alternativas eran un sueño profundo a base de barbitúricos, el coma insulínico, la lobotomía y las convulsiones provocadas por el choque eléctrico: todas ellas desagradables, adictivas o peligrosas. …En realidad, los psicoanalistas podrían ofrecer ahora sus servicios a aquellos que más que estar enfermos eran desgraciados, y que pagarían bien por la oportunidad de contar la historia de su vida mientras yacían en el diván.

...El ‘tratamiento parlante’ mejoró notablemente las actuales alternativas. Pero, como tantas veces ocurre, el psicoanálisis se extralimitó y empezó a alegar que no sólo no eran necesarias otras explicaciones, sino que eran moral y objetivamente erróneas. Las explicaciones biológicas de la enfermedad llegaron a ser una herejía. Al igual que todas las religiones vigentes, el psicoanálisis redefinió el escepticismo de un modo ingenioso como una prueba más de que sus servicios eran necesarios. Si un médico recetaba un sedante o ponía en duda una historia psicoanalítica, simplemente estaba expresando su propia neurosis.”

A ver... el problema del psicoanálisis -tal como yo lo veo- es más o menos el siguiente: Se ha postulado una serie de hipótesis muy ingeniosas y muy efectivas en la práctica (la ayuda que el método del psicoanálisis provee es innegable), sin embargo, a partir de ellas, con la terrible y acostumbrada actitud científica que se pretende el privilegio viviente del mundo, se ha cometido más de un error. Identifico tres: (1) se han tomado tales hipótesis, que carecen de fundamentos empíricos o psicológicos (un estudio concienzudo de la psique en todos sus aspectos) y que no pasan de ser ingeniosas y útiles explicaciones, para convertirlas en regla general e intocable. Las hipótesis psicoanalistas, que bien nos servirían para aclarar más el estudio de la psicología humana, han sido adoptadas -producto de la flojera y la ingenuidad de tantos- como LA explicación, la mejor y la única, o en todo caso, la más cercana a la realidad. Acá podemos identificar el siguiente problema, (2) que es el de considerarse a sí mismo como explicación de la realidad, cuando el psicoanálisis es valioso en tanto que es útil como solución al problema, mas no tanto como explicación del problema. La terapia psicoanalista no tiene como fin llegar a la verdad, tiene como fin desintegrar un problema por medio de lo que yo identifico como un tratamiento del lenguaje del individuo (y por lo tanto del mismo individuo), en donde se busca, a partir del discurso propio, liberar lo que subyace a la actitud problemática que ha adoptado el paciente; liberación de uno mismo en el lenguaje. Y por último (3) a todo esto se le suma la exageración y extravagancia de ciertas hipótesis psicoanalíticas que, con la actitud dogmática antes expuesta, nacen postulando cosas que bajo cualquier examen de sentido común parecen más cercanas al humor que a la ciencia. Es como si tras algunos tragos relajantes de hipótesis valiosas e ingeniosas, el psicoanalista se hubiera emborrachado y hubiera convertido su estudio en un sombrero mágico: ‘Y el siguiente truco que sacaré de mi sombrero mágico se llama… ¡complejo de Edipo! Y ahora explicaré tu homosexualidad como… ¡conflictos profundos con tu padre en tu niñez!’ (como si la homosexualidad fuera una enfermedad; a esas estupideces se llega).

La ayuda que el psicoanálisis provee es incuestionable. Un tratamiento que permite tratar al paciente como ser humano complejo y capaz de liberarse en el lenguaje, y no como ser de simples hechos físicos, es siempre loable. Lo problemático es la actitud altanera que se toma y la embriaguez en la que se cae una vez que se ha convencido a la mayoría de que se es el nuevo portador de la verdad. Qué mal más evidente y ridículo el de la psicología, creerse una ciencia con métodos objetivos, cuando es mas bien una disciplina que no debería estar en busca de verdades, sino en busca de aclarar por medio de varios puntos de vista la complejidad in-desmenuzable de la psicología humana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

solo el que no tiene absolutamente idea de Psicoanalisis puede dar sus conjeturas y opiniones con un aire de juez en el terreno psicologico, sobre todo cuando uno se pregunta si alguna vez ha leido algun texto de Freud o simplemente repite sin cesar lo que otros pseudoeruditos dicen, ¿entonces es un eco que repite lo que otros comentan o alguien incapaz de comprender un texto freudiano??


Daniela Urtiaga.