domingo, 4 de enero de 2009

Wittgenstein y Supertramp: más deleite y menos lógica


En el aforismo 30 de Cultura y Valor Wittgenstein escribe:

“Me es indiferente que el científico occidental típico me comprenda o me valore, ya que no comprende el espíritu con el que escribo. Nuestra civilización se caracteriza por la palabra ‘progreso’. El progreso es su forma, no una de sus cualidades, el progresar. Es típicamente constructiva. Su actividad estriba en construir un producto cada vez más complicado. Y aun la claridad está al servicio de este fin; no es un fin en sí. Para mí, por el contrario, la claridad, la transparencia, es un fin en sí.

No me interesa levantar una construcción, sino tener ante mí, transparentes, las bases de las construcciones posibles.

Así pues, mi fin es distinto al del científico y mi manera de pensar diverge de la suya.”

Tenemos aquí varios temas que grafican sobre todo la actitud con la que Wittgenstien hacía filosofía; este es un ámbito que, en este autor, no puede ser pasado por alto, pues en él la actitud y la filosofía se hacen una sola cosa, haciéndose así a un lado la separación entre ‘pensamiento filosófico’ y ‘actitud en la vida’.

La crítica que Wittgenstein hace de la ciencia se percibe, demasiadas veces, como una crítica dirigida en general a toda actitud científica. Sin embargo en este aforismo Wittgenstein hace bien en aclarar que la ciencia que rechaza es la del ‘occidental típico’. Y creo que en el fondo la crítica siempre está dirigida en este sentido; es decir, la ciencia que se rechaza es aquella que pretende hacerse pasar como la única con un discurso privilegiado que se acerca a la realidad para determinarla con la exactitud de una verdad percibida sólo desde un punto de vista. Esto es algo que podemos derivar de algunos pasajes de Wittgenstein, sin embargo creo que él cae muchas veces en el error de atacar a toda la ciencia y (como algunos suelen decir) tirar la batea con todo y el bebe adentro, es decir, desechar a toda la ciencia, cuando sólo se tendría que desechar a aquella que inmoviliza y empobrece desde su pretensión de Verdad y Unicidad. En el aforismo 28, por ejemplo, Wittgenstein dice en un momento que “Para asombrarse, el hombre -y quizá los pueblos- debe despertar. La ciencia es un medio para adormecerlo de nuevo.” Estoy de acuerdo con Wittgenstein, sin embargo hay que aclarar que no se rechaza toda ciencia, sino sólo aquella que era tan común en la época en la que él vivió: la de actitud dogmática.

Sin embargo no se trata sólo de un rechazo a la ciencia, Wittgenstein reniega de toda la sociedad que lo rodea y que él siente como cargada de una actitud que es lejana a su filosofía y a aquello que el quiere resaltar: lo cambiante, lo múltiple, lo visto desde muchos puntos de vista, lo corporal, lo lúdico, lo cotidiano, etc. Esto se ve en el aforismo 29, que es un esbozo de un prólogo escrito por Wittgenstein para las Investigaciones Filosóficas (prólogo que finalmente no se utilizó): “Este libro ha sido escrito para quienes se acercan amistosamente al espíritu con el que fue escrito. Creo que este espíritu es distinto al de la gran corriente de la civilización europea y americana. El espíritu de esta civilización, cuya expresión es la industria, la arquitectura, la música, el fascismo y el socialismo de nuestra época, es ajeno y antipático al autor.”

No hablo más de Wittgenstein y paso a confesar el verdadero sentido de este post, es decir, continuar con la celebración por la llegada de Roger Hodgson a Lima. Qué mejor forma de celebrar que recordando esta dimensión de la filosofía wittgensteniana y recordando a la vez una canción de Hodgson en la que la letra lleva mucho de tal actitud que rechaza el intento de concretizar y racionalizar todo aspecto, cuando podemos mas bien rescatar un acercamiento más estético y deleitante con los múltiples aspectos de la realidad (de la vida):



The Logical Song

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