domingo, 30 de noviembre de 2008

El diálogo presupone la diferencia

El diálogo presupone la diferencia.

La diferencia no es simplemente un atributo dado a sujetos o culturas ajenas, es mas bien una condición indeleble de la humanidad en tanto que multiplicidad y a la vez unicidad. Abrirse a las diferencias, aceptarlas, deleitarse con ellas, significa aceptarse a uno mismo como diferente. Platón habla en El Político de la mezcla que está en todo. En el universo, en los cuerpos de los individuos, en sus almas. Platón no busca eliminar tal multiplicidad de diferencias, busca entenderla para armonizarla. Nuestro diálogo no es búsqueda de semejanzas, es búsqueda y encuentro constante con la diferencia para nutrirse con ella. La diferencia nos define como seres humanos. El diálogo con la diferencia no es un paso que tenemos que dar, es la condición más auténtica de nuestra existencia. Somos, en tanto que humanidad, ontológicamente diferentes. El diálogo siempre se da entre diferentes. He allí su belleza.

Aculturación y/o Diferencias

Recién escuchaba a Marco Aurelio Denegri comentar una fotografía en la que aparecía una niña selvática haciendo un globo en su boca con un chicle. La imagen fue concebida por Denegri como una auténtica aberración. La calificó como un atentado contra lo autóctono y como una muestra de la peligrosidad de ciertos procesos de aculturación. La percepción de Denegri fue la de una corrupción de lo original, de lo propio en tanto que virgen, en tanto que no intoxicado por lo exterior. El chicle en la boca de la niña representaba la violación de lo natural, la intromisión abrupta de una cultura en la otra. Denegri hubiera preferido a la niña con sus trajes tradicionales y en una actividad propia de su contexto. Él cree que la tradición es algo puro, que las culturas son más valiosas mientras menos se toquen entre sí. O que en todo caso, si se tocan entre sí, deberían hacerlo con sus dedos más perfumados, más arreglados, más finos. Para Denegri la aculturación no puede ser la simple recepción de elementos de una cultura en otra. Habría mas bien que saber recibir ‘lo provechoso, lo útil’. Lo demás hacerlo a un lado, rechazarlo como algo degradante.

Hay varios problemas en la concepción de Denegri. Uno de ellos es que él cree poder controlar -como si se tratara de domar a una fiera- lo que viene de afuera a sorprendernos, a renovarnos. Sin embargo, el fenómeno denominado como ‘aculturación’ no ocurre bajo la atenta mirada de los sujetos. La intromisión de elementos culturales ajenos en el contexto propio se da prácticamente sin que lo notemos, sin que decidamos -ni racional, ni irracionalmente- qué creencias o qué prácticas sociales ajenas adoptar como nuestras. No nos es posible juzgar sobre ‘lo bueno’ y ‘lo malo’. La aculturación es involuntaria no porque la voluntad de una cultura queda dominada, sino porque la voluntad nunca entra en juego (talvez sería más adecuado decir entonces que el proceso de aculturación es carente de voluntad). Esto no quiere decir que estamos totalmente indefensos ante las múltiples cosas que nos llueven desde afuera. Esto quiere decir mas bien que hay que aceptar la diferencia, en donde aceptar significa abrirse al diálogo con ella. Una aceptación que no es pasiva, sino activa, pero no controladora, no juzgadora. La actitud dialogante con lo externo no es actitud que examine, es actitud que busca comprender, que busca dialogar con el asombro por lo nuevo en tanto que diferente y exótico, no habitual.

Puedo mencionar aquí otro punto que vale la pena criticar en la idea de Denegri. Él ha concebido que el proceso de aculturación controlada debería aceptar únicamente ‘lo provechoso, lo útil’, lo demás ¿para qué admitirlo? Aquí la noción que se tiene de beneficio en la aculturación (y de la aculturación misma) es demasiado pragmática. El proceso por el que una cultura comienza a admitir nuevos elementos como propios va mucho más allá de lo útil. Mucho más allá no sólo en el sentido de más detalle y más riqueza, sino también en el sentido de más profundidad. Adquirir nuevas prácticas sociales significa no sólo adquirir nuevos usos provechosos, significa sobre todo una transformación, o mejor dicho, una expansión de la espiritualidad misma con la que se enfrenta al mundo. La existencia se torna en algo nuevo, se expande hacia nuevas dimensiones nunca antes conocidas. Nuevas dimensiones que no se deciden conocer porque resultan más útiles, sino que adquieren sustancialidad en nuestra existencia sin habérnoslo propuesto. El chicle en la boca de la niña no representa una nueva práctica que no va a ser útil en ningún sentido. El chicle en la boca no representa nada. Es ella misma -la práctica social- una nueva dimensión en la vida de la niña y de toda la cultura. La disminución que Denegri hace del fenómeno de la aculturación a lo útil es precisamente la que provoca que se crea que se puede tener control sobre la diferencia, sobre lo externo a lo que es profundamente nuestro. Lo útil es manipulable, no se dialoga con ello, se decide si conviene o no, si se lo adquiere o no.

Dialogar con la diferencia quiere decir deleitarse con ella activamente, lo cual trae consigo no sólo la simple apertura a todo lo que venga, sino el cuestionamiento abierto y penetrante a lo que ya somos, o a lo que ya comenzamos a ser, y no a lo que podemos optar o no por ser.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Quilapayún - Oficio De Tinieblas Por Galileo Galilei

Obra maestra del grupo chileno Quilapayún en la que tratan la temática de Galileo Galilei y su idea de la tierra girando alrededor del sol. La canción se concentra en el conflicto entre la nueva concepción postulada por Galileo y la antigua concepción ptoloméica de la iglesia católica.


La radicalmente nueva propuesta de Galileo comienza a generar todo un nuevo lenguaje en el que la concepción del mundo, de la existencia completa, gira hacia otras dimensiones nunca antes imaginadas. El nuevo lenguaje que comienza a nacer con Galileo aparece como una amenaza para el antiguo lenguaje, choca directamente contra él, se presenta sorpresivamente y sin vergüenza para cuestionar cimientos que en el antiguo lenguaje son intocables, o mejor dicho, en el que ni siquiera es concebible tocarlos. El antiguo lenguaje no puede hacer más que rechazar aquello que llega a interrumpirlo, a romper un orden que pretende ser El Verdadero, El Universal. Tal rechazo no puede darse sólo como menosprecio de la novedad, sino que se da sobre todo como exaltación de una actitud dogmática que apunta a desautorizar sin siquiera escuchar a la novedad. Actitud que por supuesto, no sorprende en la iglesia. Este proceso resulta natural, el antiguo lenguaje no puede quedarse de manos cruzadas al sentir cómo sus fundamentos más nucleares son derrumbados. La existencia en sí misma cambia, se reconfigura. Rorty apunta: “el cambio de lenguajes y de otras prácticas sociales pueden producir seres humanos de una especie que antes nunca había existido.” El cambio no es gozoso. Es, por el contrario, dificultoso y lento, profundo y paralizante.

La maestría de la obra de Quilapayún radica en la excelente expresión de estos elementos en el enfrentamiento entre el dogmatismo y la novedad desfachatada. Pero además, la obra es fiel a la historia. Sabemos que Galileo cedió ante la presión de la iglesia. Y esto porque a Galileo no le costaba nada ceder, él estaba convencido de que lo escuchasen o no, la tierra giraba alrededor del sol. Galileo podía ceder por su bien y simplemente pensar para adentro: ‘y sin embargo la tierra gira alrededor del sol, y ese es un hecho que va más allá de si yo me callo o no’. Esto es brillantemente expuesto en la obra, en la que el lenguaje galileano está personificado por la voz solista mientras que el lenguaje ptoloméico está personificado por el coro. Lenguajes que se cruzan uno con el otro, estando siempre la voz galileana por sobre el coro ptoloméico (a excepción del final de la canción, en el que la voz galileana hace su última e interna reflexión). Esta última ‘imagen’ nos da la impresión de que el nuevo lenguaje que irrumpe siempre lo hace ante la presencia del lenguaje antiguo, siendo este último el lenguaje habitual, el normalmente concebido. Así pues, la solidez del antiguo lenguaje está siempre presente y manteniendo una base sobre la que se apoya la melodía de la voz solista, que tiene de plataforma una constante repetición que hace el coro: “Ptolomeos, Ptolomeos”. Así, se representa un lenguaje habitual y pasivo sobre el que llega el nuevo lenguaje sorprendente y activo para pisotearlo con sus nuevos significados y sentidos.

El concepto de la canción pasa entonces por ser histórico, teológico y filosófico.


lunes, 24 de noviembre de 2008

Un cajón

Tras los autores antes publicados, colgar algo escrito por mí debería sumergirme en la más profunda sensación de estar haciendo el ridículo. Sin embargo, acá en Vandelay, la verguenza no existe. Sólo existe el EGO.



Un cajón

La música fúnebre siempre me hizo suspirar, siempre me pareció hermosa. Pocas expresiones del arte tienen la carga que tiene la música fúnebre. Una carga profundísima. Una carga sincera. Ella no celebra, no lamenta, no postula, no sorprende. Es música que nace de lo más profundo del ser humano, de las vísceras, de lo que mueve a la existencia. La música fúnebre surge de la más recóndita y la más auténtica de las sensaciones. Nos enfrenta a nuestra finitud, nos encara con el fondo del abismo. O mejor dicho, nos hace concientes del abismo. Nos despoja de los soportes que nos hemos creado. Nos desnuda. La música fúnebre no se hace para escuchar, se hace para gritar, para desordenar, para paralizar. La música fúnebre no se hace, se vomita. Nos hace notar el vacío enorme que somos, el devenir incomprensible que somos. De pronto, el todo se hiela, se hunde. No hay más que abismo, y vemos el suelo, y vemos al cuerpo estrellado, y no entendemos al cuerpo, no entendemos la caída. Porqué caer, si yo creía volar. Se devela la verdad para consumirnos, para devorarnos. La existencia despierta a todo nivel en la música fúnebre; la existencia de pronto se siente profunda y desconcertante; la existencia nos somete, nos obliga, nos posee, nos hace tiritar y gritar en silencio hacia dentro, nos exige abrir los ojos en medio del vértigo, nos exige movimiento. Eso es lo peor, no sabemos qué hacer con ella ahora que somos ella. Nos perdemos en ella. Lentamente; nos seguimos perdiendo lentamente. La existencia.

La existencia.

La música fúnebre abraza a los existentes, a los que saben su existencia. Hoy me abraza a mí. Pero me abraza diferente, y aun así, me abraza. Hoy me abraza a mí, y talvez sea yo el único que corresponde a su abrazo.

No se cómo pienso. No se qué pienso. Qué ser. ¿Soy?

Es decir, ¿existo como ser?

Veo, escucho, pienso. ¿Dónde pienso? ¿Cómo pienso?

¿Soy en el pensar, o pienso en el ser? Ni siquiera puedo corroborar al ser exterior, cómo es que soy capaz de considerarme como ser. Si no me considero como ser, no debería poder considerarme como nada. Ser no puede ser pensar. Sé que el cuerpo no piensa. Y sé que el cuerpo es.

Sé que no piensa. Cómo puedo saber que no piensa. Nadie sabe que pienso, que sé.

Pensar me ha convertido en una pregunta. Soy una pregunta. La más patética, la más indigna de las preguntas. Preguntar por el ser es preguntar desnudo, es preguntar por la más profunda estupidez. La pregunta nunca sale, nunca parte. La pregunta nace, y pesa, y muele, y enfría. Nace. La pregunta es. ¿Nacer es? ¿Preguntar es? ¿Hay realmente una pregunta?

Hay un cielo, hay negro, hay cabellos, hay pasos, hay sonidos. ¿Ellos son? ¿Existen acaso? ¿Qué demonios puedo considerar ahora al ser, si lo que es se me presenta y yo ya no puedo presentarme al ser? ¿El ser es ser percibido? En ese caso, yo claramente no soy. Pero yo sé que soy. Y sin embargo, no sé qué es el ser.

¿La silla es? ¿El bostezo es? El ser no puede ser restringido a la vida. Eso es claro. La vida se da en el ser, no el ser en la vida. Sin embargo dudo de qué soy. Mi ser no es comprensible, no es describible. Cómo puedo ser, si sé por un lado que de algún modo estoy en tal cajón. ¿El estar y el ser son separables? Sé que estoy en el cajón. Sé que mi ser va más allá del cajón. Sé. Si sé, ¿soy?

Podría decir: es un hecho que estoy muerto, y sin embargo, es un hecho que aquí estoy pensando. Dos niveles del estar. Dos usos del estar. Los dos, perfectamente válidos. ¿Soy un hecho? Un hecho, ¿no debería estar consignado? Yo puedo consignarlo, pero a nadie más que a mí.

A mí. Yo.

¿Soy un yo? ¿Dónde quedó mi subjetividad? ¿Sigo siendo parte de una intersubjetividad? Sigo con prejuicios, sigo con lenguaje. ¿Necesito más que eso para existir?

Puedo decir: soy algo. Puedo decir: soy. Puedo decir: no soy. Puedo decir: soy nada. Me enredo en la nada con mis pensamientos. Me asumo como nada. Me han obligado a ser nada. A verme como nada. Aun cuando me siento como ser.

Me siento. Qué demonios significa eso.

¿Tengo acaso algún valor? Ser es tener valor. Decido tener valor. Como ser, decido. De qué vale mi decisión. Cómo pretendo ser si ellos han decidido qué soy.

Qué soy. Esa no es la cuestión. Soy. Porqué soy. Porqué el cuerpo humillado es.

Porqué no ser.

Veo un cajón. Me enfrento a un cajón. O mas bien, han enfrentado al cajón a mí.

Un cajón. Como cuando se guarda al dinero. Siento mi ser en mí. Pero veo mi ser como a un cajón. Marrón oscuro, y aun así pálido. Marrón que vive. Marrón que es. El desorden que hay alrededor le ha quitado dignidad al color. Soy un cajón.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Primeras consecuencias de la APEC...

Hoy, tal como se había presagiado, Industrias Vandelay ha sido invadida por la más descaminada de las bestias, por el más incoherente de los géneros, por la más decadente de las especies, POR UN ESTUDIANTE DE COMUNICACIONES DE LA CATOLICA.

No importa, la trinidad de conejos nos cuida.

La chica más guapa de la ciudad


Espectacular cuento del maestro Charles Bukowski... disfruten


Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decía que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.


Sus hermanas la acusaban de desperdiciar su belleza, de no utilizar lo bastante su inteligencia, pero Cass poseía inteligencia y espíritu; pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando la gente estaba herida, en el espíritu o en la carne, a Cass le daba una pena tremenda. Su mente era distinta y nada más; sencillamente, no era práctica. Sus hermanas la envidiaban porque atraía a sus hombres, y andaban rabiosísimas porque creían que no las sacaba todo el partido posible. Tenía la costumbre de ser buena y amable con los feos; los hombres considerados guapos le repugnaban: "No tienen agallas -decía ella-. No tienen nervio. Confían siempre en sus orejitas perfectas y en sus narices torneadas... todo fachada y nada dentro..." Tenía un carácter rayando la locura; Un carácter que algunos calificaban de locura.


Su padre había muerto del alcohol y su madre se había largado dejando solas a las chicas. Las chicas se fueron con una pariente que las metió en un colegio de monjas. El colegio había sido un lugar triste, más para Cass que para sus hermanas. Las chicas envidaban a Cass y Cass se peleó con casi todas. Tenía señales de cuchilladas por todo el brazo izquierdo, de defenderse en dos peleas. Tenía también una cicatriz imborrable que le cruzaba la mejilla izquierda; pero la cicatriz, en vez de disminuir su belleza, parecía por el contrarío, realzarla.


Yo la conocí en el bar West End unas noches después de que la soltaran del convento. Al ser la más joven, fue la última hermana que soltaron. Sencillamente entró y se sentó a mi lado. Yo quizá sea el hombre más feo de la ciudad, y puede que esto tuviera algo que ver con el asunto.


- ¿Tomas algo?

- Claro, ¿Por qué no?


No creo que hubiese nada especial en nuestra conversación esa noche, era sólo el sentimiento que Cass transmitía. Me había elegido y no había más. Ninguna presión, Le gustó la bebida y bebió mucho. No parecía tener edad, pero de todos modos le sirvieron. Quizás hubiese falsificado el carnet de identidad, no sé. En fin, lo cierto es que cada vez que volvía del retrete y se sentaba a mi lado yo sentía cierto orgullo. No sólo era la mujer más bella de la ciudad, sino también una de las más bellas que yo había visto en mi vida. Le eché el brazo a la cintura y la besé una vez.


- ¿Crees que soy bonita?- preguntó.

- Sí, desde luego. Pero hay algo más... algo más que tu apariencia...

- La gente anda siempre acusándome de ser bonita. ¿Crees de veras que soy bonita?

- Bonita no es la palabra, no te hace justicia.

Buscó en su bolso. Creía que buscaba el pañuelo. Sacó un alfiler de sombrero muy largo. Antes de que pudiese impedírselo, se había atravesado la nariz con él, de lado a lado, justo sobre las ventanillas. Sentía repugnancia y horror.


Ella me miró y se echó a reír.


- ¿Crees ahora que soy bonita? ¿Qué piensas ahora, eh?


Saqué el alfiler y puse mi pañuelo sobre la herida. Algunas personas, incluido el encargado, habían observado la escena. El encargado se acercó.


-Mira -dijo a Cass-, si vuelves a hacer eso te echo. Aquí no necesitamos tus exhibiciones.

- ¡Vete a la mierda, amigo! -dijo ella.

- Será mejor que la controles -me dijo el encargado.

- No te preocupes -dije yo.

- Es mi nariz -dijo Cass-, puedo hacer lo que querrá con ella

- No -dije-, a mí me duele.

- ¿Quieres decir que te duele a ti cuando me clavo un alfiler en la nariz?

- Sí, me duele, de veras.

- De acuerdo, no lo volveré a hacer. Animo


Me besó, pero como riéndose un poco en medio del beso y sin soltar el pañuelo de la nariz. Cuando cerraron nos fuimos a donde yo vivía. Tenía un poco de cerveza y nos sentamos a charlar. Fue entonces cuando pude apreciar que era una persona que rebosaba bondad y cariño. Se entregaba sin saberlo. Al mismo tiempo, retrocedía a zonas de descontrol e incoherencia. Esquizoide. Una esquizo hermosa y espiritual. Quizás algún hombre, algo acabase destruyéndola para siempre. Esperaba no ser yo.


Nos fuimos a la cama y cuando apagué las luces me preguntó:


- ¿Cuándo quieres hacerlo, ahora o por la mañana?

- Por la mañana -dije, y me di la vuelta.


Por la mañana me levanté, hice un par cafés y le llevé uno a la cama.Se echó a reír.


- Eres el primer hombre que conozco que ha querido hacerlo por la noche.

- No hay problema -dije-. En realidad no tenemos por que hacerlo.

- No, espera, ahora quiero yo. Déjame que me refresque un poco.


Se fue al baño. Salió enseguida, realmente maravillosa, largo pelo negro resplandeciente, ojos y labios resplandeciente, toda resplandor... Se desperezó sosegadamente, buena cosa. Se metió en la cama.


- Ven, amor.


Fui.


Besaba con abandono, pero sin prisa. Dejé que mis manos recorriesen su cuerpo. Acariciasen su pelo. La monté. Su carne era cálida y prieta. Empecé a moverme despacio y queriendo que durara. Ella me miraba a los ojos.


- ¿Cómo te llamas? -pregunté.

- ¿Qué diablos importa? -preguntó ella.


Solté una carcajada y seguí. Después se vistió y la llevé en coche al bar, pero era difícil olvidarla. Yo no trabajaba y dormí hasta las dos y luego me levanté y leí el periódico. Cuando estaba en la bañera, entro ella con una hoja: una oreja de elefante.


- Sabía que estabas en la bañera -dijo-, así que te traje algo para tapar esa cosa, hijo de la naturaleza.


Y me echó encima, en la bañera, la hoja de elefante.


- ¿Cómo sabías que estaba en la bañera?

- Lo sabía.


Cass llegaba casi todos los días cuando yo estaba en la bañera. No era siempre la misma hora, pero raras veces fallaba, y traía la hoja de elefante. Y luego hacíamos el amor.


Telefoneo una o dos noches y tuve que sacarla de la cárcel por borrachera y pelea pagando la fianza.


- Esos hijos de puta - decía-, sólo porque te pagan unas copas creen que pueden echarte mano a las bragas.

- La culpa la tienes tú por aceptar la copa

- Yo creía que se interesaba por mí, no sólo por mi cuerpo.

- A mí me interesas tú y tu cuerpo. Pero dudo que la mayoría de los hombres puedan ver más allá de tu cuerpo.


Dejé la ciudad y estuve fuera seis meses, anduve vagabundeando; volví. No había olvidado a Cass ni un momento, pero habíamos tenido algún tipo de discusión y además yo tenía ganas de ponerme en marcha, y cuando volví pensé que se habría ido; pero no llevaba sentado treinta minutos en el West End cuando ella llegó y se sentó a mi lado.


- Vaya, cabrón, has vuelto.


Pedí un trago para ella. Luego la miré. Llevaba un vestido de cuello alto. Nuca la había visto así. Y debajo de cada ojo, clavado, llevaba un alfiler de cabeza de cristal. Sólo se podían ver las cabezas de los alfileres, pero los alfileres estaban clavados.


- Maldita sea, aún sigues intentando destruir tu belleza....

- No, no seas tonto, es la moda.

- Estas chiflada.

- Te he echado de menos -dijo

- ¿Hay otro?

- No, no hay ninguno. Solo tú. Pero ahora hago la vida. Cobro diez billetes. Pero para ti es gratis.

- Sácate esos alfileres.

- No, es la moda.

- Me hace muy desgraciado.

- ¿Estás seguro?

- Sí, mierda, estoy seguro.


Se sacó lentamente los alfileres y los guardo en el bolso.


- Porque la gente cree que es todo lo que tengo. La belleza no es nada. La belleza no permanece. No sabes la suerte que tienes siendo feo, porque si le agradas a alguien sabes que es por otra cosa.

- Vale -dije-, tengo mucha suerte.

- No quiero decir que seas feo. Sólo que la gente cree que lo eres. Tienes una cara fascinante.

- Gracias.


Tomamos otra copa.


- ¿Qué andas haciendo? -preguntó.

- Nada. No soy capaz de apegarme a nada. Nada me interesa.

- A mí tampoco. Si fueses mujer podrías ser puta.

- No creo que quisiera establecer un contacto tan íntimo con tantos extraños. Debe ser un fastidio.

- Tienes razón, es fastidioso, todo es fastidioso


Salimos juntos, por la calle, la gente aún miraba a Cass. Aún era una mujer hermosa, quizá más que nunca.


Fuimos a casa y abrir una botella de vino y hablamos. A Cass y a mí, siempre nos era fácil hablar. Ella hablaba un rato yo escuchaba y luego hablaba yo. Nuestra conversación fluía fácil sin tensión. Era como si descubriésemos secretos juntos. Cuando descubríamos uno bueno, Cass se reía con aquella risa.. de aquella manera que sólo ella podía reírse. Era como el gozo del fuego. Y durante la charla nos besábamos y nos arrimábamos. Nos pusimos muy calientes y decidimos irnos a la cama. Fue entonces cuando Cass se quito aquel vestido del cuello alto y lo vi... Vi la mellada y horrible cicatriz que le cruzaba el cuello. Era grande y ancha.


- Maldita sea, condenada, ¿Qué has hecho? -dije desde la cama

- Lo intenté con una botella rota una noche. ¿Ya no te gusto? ¿Soy bonita aún?


La arrastré a la cama y la besé. Me empujo y se echo a reír:


- Algunos me pagan los diez y luego, cuando me desvisto no quieren hacerlo. Yo me quedo los diez. Es muy divertido.

- Sí -dije-, no puedo parar de reír... Cass, zorra, te amo... deja de destruirte; eres la mujer con más vida que conozco.


Volvimos a besarnos. Cass lloraba en silencio. Sentí las lágrimas. Sentí aquel pelo largo y negro tendido bajo mí como una bandera de muerte. Disfrutamos e hicimos un amor lento y sombrío y maravilloso.


Por la mañana, Cass estaba levantada haciendo el desayuno. Parecía muy tranquila y feliz. Cantaba. Yo me quedé en la cama gozando su felicidad. Por fin, vino y me zarandeó.


- ¡Arriba, cabrón! ¡Chapúzate con agua fría la cara y la polla y ven a disfrutar del banquete!


Ese día la llevé en coche a la playa. No era un día de fiesta y aún no era verano, todo estaba espléndidamente desierto. Vagabundos playeros en andrajos dormían en la arena. Había otros sentados en bancos de piedra compartiendo una botella solitaria. Las gaviotas revoloteaban, estúpidas pero distraídas. Ancianas de setenta y ochenta, sentadas en los bancos, discutiendo ventas de fincas dejadas por maridos asesinados mucho tiempo atrás por la angustia y la estupidez de la supervivencia. Había paz en el aire y paseamos y estuvimos tumbados por allí y no hablamos muchos. Era agradable simplemente estar juntos. Compré bocadillos, patatas fritas y bebidas y nos sentamos a beber en la arena. Luego abracé a Cass y dormimos así abrazados un rato. Era mejor que hacer el amor. Era como fluir juntos sin tensión. Luego volvimos a casa en mi coche y preparé la cena. Después de cenar, sugerí a Cass en mi coche y preparé la cena. Después de cenar, sugerí a Cass que viviésemos juntos. Se quedó mucho rato mirándome y luego dijo lentamente "NO". La llevé de nuevo al bar, le pagué una copa y me fui.


Al día siguiente, encontré un trabajo como empaquetador en una fabrica y trabajé todo lo que quedaba de semana. Estaba demasiado cansado para andar mucho por ahí, pero el viernes por la noche me acerqué al West End. Me senté y esperé a Cass. Pasaron horas. Cuando estaba ya bastante borracho, me dio el encargado.


- Siento lo de tu amiga.

- ¿El qué? -pregunté.

- Lo siento. ¿No lo sabías?

- No

- Suicidio, la enterraron ayer

- ¿Enterrada? -pregunté. Parecía como si fuese a aparecer en la puerta de un momento a otro. ¿Cómo podía haber muerto?

- La enterraron las hermanas

- ¿Un suicidio? ¿Cómo fue?

- Se cortó el cuello.

- Ya. Dame otro trago.


Estuve bebiendo allí hasta que cerraron. Cass, la más bella de las cinco hermanas, la chica más guapa de la ciudad. Conseguí conducir hasta casa sin poder dejar de pensar que debería haber insistido en que se quedara conmigo en vez de aceptar aquel "NO". Todo en ella había indicado que le pasaba algo. Yo sencillamente había sido demasiado insensible, demasiado despreocupado. Me merecía mi muerte y la de ella. Era un perro. No, ¿Por qué acusar a los perros? Me levanté, busqué una botella de vino, bebí lúgubremente. Cass, la chica más guapa de la ciudad muerta a los veinte años.


Fuera, alguien tocaba la bocina de un coche. Unos bocinazos escandalosos, persistentes. Dejé la botella y aullé "¡MALDITO SEAS, CONDENADO HIJO DE PUTA, CALLATE YA!".


Y seguía avanzando la noche y yo nada podía hacer.

... de la biblia de Elvis Christo









"Quien hace una bestia de sí mismo, se deshace del dolor de ser un hombre"

Dr. Johnson
JIJI JUJU....

La llegada del Mesías


...Schizoidman, rondando las calles, combatiendo el crimen... el Sr. K (Kabrito), llorando sus penas arrodillado en el rincón de una ducha caliente,... chss, solo nos queda leer las bastante pensadas escrituras del cuasi Zarathustra, renegado de Nietzsche, el Sr. Soothsayer.

Pues, para ponerle el mango al ceviche, a llegado el Mesías necio... el escupitajo a Dios... el mojón que después de 5 jaladas, no pasa... IO... Elvis Christo. Gracias a la invitación de Soothsayer, he venido a corromper, ultrajar, deshonrar (sobretodo) a la inmaculada Industria para el placer de ustedes (los 3 gatos que leen este notengonimierdaquehacer)

Algo más... si bien los otros tres miembros de la Industria practican el "falibilismo" ... yo practicó algo un tanto más distorsionado... el "falobilismo"...lo cual quiere decir que todas mis opiniones no son más que pinga parada ...siendo esta el unico sentido de la filosofia Alpinchista... la cual yo sigó.

VIVA EL HURTADISMO, VIVA EL CINÍSMO... AQUÍ LLEGÓ ELVIS CHRISTO...








viernes, 21 de noviembre de 2008

Vandelay Comunica

La inoperancia de ALGUNOS miembros de Ind. Vandelay ha provocado que se comience a tener relaciones demasiado cercanas y muy poco convenientes con sujetos de características bastante indecentes. Es posible que Vandelay sea visitada -interrumpida, corrompida, deshonrada, ultrajada, mancillada, etc.- por algún personaje de procedencias no muy encumbradas.

Talvez sea necesaria la llegada de tiempos dictatoriales. Gracias a las divinidades (Larry David y Wittgenstein), el dictador soy yo. :)

jueves, 20 de noviembre de 2008

Los Jaivas - Obras de Violeta Parra (1984)


‘Obras de Violeta Parra’, de 1984, es talvez el disco más progresivo de Los Jaivas. En él el grupo presenta 10 versiones arregladas por ellos mismos de composiciones de la grandiosa Violeta Parra.

No hay otro disco en el que Los Jaivas muestren un trabajo tan detallado en sus composiciones. La mayoría de ellas dura más de 8 minutos y presentan arreglos riquísimos que para el oído descuidado pasan por alto. Sin embargo una oída muy atenta del disco hace notar una serie de detalles deliciosos que sólo pueden ser producto del trabajo inteligente y concienzudo de la banda en la composición.

Por ejemplo, en ‘Arauco tiene una pena’ y en ‘Y arriba quemando el sol’ es impresionante cómo entre verso y verso se las arreglan para hacer siempre arreglos diferentes, con pequeños y, a veces, muy poco evidentes nuevos detalles que le dan un toque especial a cada pasaje.

Notables son, por otro lado, las versiones instrumentales de ‘El gavilán’ y ‘Run run se fue pal norte’. En la primera la densidad de los arreglos hace patente un estilo netamente progresivo, mientras que la segunda contiene detalles que si se saben escuchar, resultan absolutamente prodigiosos por la delicadeza con que estos aparecen uno tras otro. Riquísima canción, una de las composiciones más hermosas, inteligentes, y complejas que he escuchado en mi vida.

‘Obras de Violeta Parra’ es, a mi juicio, la tercera obra maestra de Los Jaivas (la segunda fue ‘Alturas de Macchu Picchu’, que no voy a colgar acá por ser un disco fácil de conseguir). Lamentablemente, este es el último disco que graban con el baterista Gabriel Parra, quien moriría en Perú cuatro años después en un accidente automovilístico. La batería de Gabriel es probablemente la menos reconocida del planeta. Realmente es uno es uno de los mejores bateristas que he escuchado en mi vida; su precisión, su fuerza y su delicadeza, su inteligencia para la composición, sus perfectas interpretaciones son imposibles de superar. Más tarde, Los Jaivas encontrarían un excelente reemplazo en la hija de Gabriel, pero es claro que el vacío dejado por este resulta incompensable. No sólo en la tarea del baterista, sino además en la labor de compositor, en la que Gabriel estaba profundamente entrometido. La música de Los Jaivas cambia considerablemente tras su muerte.

1. Arauco tiene una pena
2. El Guillatún
3. Mañana me voy pa'l norte
4. Y Arriba Quemando el Sol
5. El Gavilán
6. Un Río de Sangre
7. Run Run se fue pa’l norte
8. En los Jardines Humanos
9. Violeta Ausente
10. Qué pena siente el alma


'Arauco tiene una pena'

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Los Jaivas - El Indio

‘El Indio’, álbum de 1975, es la quinta producción que graban Los Jaivas, aunque fue la cuarta en ser lanzada ya que la producción ‘Palomita Blanca’ de 1972 no se publicó hasta 1992. Este disco es, a mi juicio, la primera gran obra de Los Jaivas. La primera obra maestra.

Ya en ‘Sueños de América’ -coproducción con el músico brasileño Manduka- habían dado claros esbozos de tendencias progresivas; sin embargo es con ‘El Indio’ que se consolidan como un grupo que claramente va más allá de los sonidos andinos y de la música latinoamericana convencional para desarrollar composiciones más complejas y más ricas en sus arreglos, estructuras y melodías.

Cierto es que Los Jaivas experimentan sin ningún temor desde el inicio (claro ejemplo son los discos ‘La Vorágine’ de la primerísima época), sin embargo ‘El Indio’ marca la consagración de un cambio que venía forjándose poco a poco en la banda. Es a partir de este disco que el vuelco termina de darse, de un grupo que experimenta desde las vísceras por medio de improvisaciones e inspiraciones espontáneas, hacia un grupo que compone preocupándose de cada detalle en su música, acentuándose el trabajo riguroso y la progresión conciente. Escuchar ‘La Vorágine’ es escuchar música que parte del estómago, música que vomita, que golpea, que escapa furiosamente hacia caminos extraños. Escuchar ‘El Indio’ es escuchar música arreglada delicadamente, es escuchar el trabajo reflexionado del artista, quien sin embargo sigue dándole espacio a la fuerza de los instrumentos y a la capacidad de los músicos para hacer largos solos. Esta última descripción es claramente la descripción de un compositor de música progresiva.

La primera vez que escuché El Indio tuve la siguiente sensación: en ‘Pregón para Iluminarse’, luego de la bellísima introducción con el solo de flauta, en el segundo verso de la letra, hay un giro inesperado de voz: ‘voy de paso por esta ciu~dad’. Cuando escuché ese giro de voz, tan bien desarrollado, tan sorprendente y a la vez tan preciso, tan original y distintivo, pensé inmediatamente: ‘estoy escuchando un gran disco’. Creo que es en ese giro de voz que el disco crece, que el disco comienza a presentarse en toda su magnitud, en toda su natural y riquísima grandeza.

Diversos comentarios suelen quitarle relevancia a la canción ‘Un día de tus días’ en el disco. Sin embargo para mi es una de las canciones más bellas de Los Jaivas. Lo demás queda a disposición de sus espíritus.

1. Pregón para iluminarse
2. Guajira Cósmica
3. La Conquistada
4. Un mar de gente
5. Un día de tus días
6. Tarka y Ocarina: Diablada - Trote - Kotaikí


'La Conquistada'

lunes, 17 de noviembre de 2008

Between the Buried and Me - Colors

Esta banda es clasificada en progarchives con la etiqueta ‘Tech/Extreme Prog Metal’. El ‘Tech’ alude a ‘technicality’; mientras que el ‘Extreme’ alude al estilo trash, black, death, o alguno de esos prefijos metaleros que poco se entender.

No escucho metal duro, por lo que mi primer contacto con esta banda fue bastante superficial. Sin embargo, me decidí a darle una oída atenta al disco, convencido por los tan buenos comentarios que este tenía. Efectivamente, me encontré con una obra sobresaliente, aunque en ese momento no podía hacer más que aplaudir y hacer una calmada venia, pues el sonido pesado de los instrumentos y la voz gutural del cantante no lograban aun transmitirme la emoción que se supone que deberían transmitir. No paso mucho tiempo para que eso cambie, pronto despertó mi espíritu dionisíaco y hoy puedo decir que soy un desmesurado más disfrutando hasta las vísceras lo que otros denominarían como ‘gritos y bulla’.

Dos puntos que me sorprenden y que deseo resaltar por sí solos son: primero, el cantante, quien además de la poderosísima voz que despliega en casi todo el disco, se da el lujo de cantar de cuando en cuando con la más fina delicadeza; creo que muy pocos pueden hacer eso con tanta frescura como lo hace este tipo. En segundo lugar, resalto al baterista, en quien encuentro a uno de lo interpretes más lúcidos y polifacéticos que he escuchado por estos tiempos. Realmente es notable cómo se las ingenia para tocar con tal elegancia cada uno de los pasajes de las composiciones, todos cargados de un propio espíritu que él sabe captar perfectamente. En realidad, esto último se podría decir de toda la banda, pero guitarristas y bajistas con esas características hay varios; bateristas así es mucho más difícil encontrar.

El disco que cuelgo -como ya expresé antes- me parece uno de los mejores del 2007, talvez el mejor. Además de la fuerza que te transmite la música, los detalles y arreglos son notables. Las progresiones se desarrollan muy naturalmente y conducen la música a lo largo de todo el disco con muchísima brillantez.

1. Foam Born (a): The Backtrac
2. Foam Born (b): The Decade of Statues
3. Informal Gluttony
4. Sun of Nothing
5. Ants Of The Sky
6. Prequel To The Sequel
7. Viridian
8. White Walls


El que aguante la totalidad del siguiente video, por favor hágamelo saber para consagrarlo como semi-deidad de este blog (para llegar a ser deidad hay que seguir otros procedimientos poco honorables).

Sun of Nothing / Ants Of The Sky / Prequel to the Sequel

sábado, 15 de noviembre de 2008

Hombre ¿(y)? Naturaleza


Prácticamente todas las reflexiones actuales sobre la temática de la ecología o sobre cómo el mundo se está pudriendo tienen los siguientes tonos:

Debemos restablecer nuestra relación con la naturaleza.

Debemos volver a considerar a la naturaleza como un tú y no más como ello.

Debemos dialogar con la naturaleza.

Debemos respetar a la naturaleza.

Debemos seguir el camino que la naturaleza nos indica y no ir en contra de ella.

etc.

Todas estas reflexiones son muy encantadoras y ciertamente pueden producir efectos muy beneficiosos, pero creo que todas caen en el mismo error. Todas siguen considerando a la naturaleza como algo separado de nosotros, como algo de lo que tenemos que hacernos cargo como si fuera algo exterior a nosotros. A lo máximo que se apunta en estas nociones es a redireccionar nuestra relación con la naturaleza en un sentido horizontal en vez del sentido vertical con el que la ha tratado la ciencia desde la modernidad. Y esa no es la figura correcta.

Lo que realmente habría que despertar en nosotros es la conciencia de que la naturaleza y el hombre no son dos cosas que se relacionan cada una desde su posición. No es una naturaleza que debemos aprender a mover de manera correcta, o en todo caso, no es una naturaleza que debemos dejar que se mueva sin nuestra constante intervención. Es decir, no es una naturaleza que se mueve con nosotros, se trata mas bien de una naturaleza que se mueve en nosotros. La naturaleza tendría que comenzar a ser comprendida como algo de lo que somos parte. No es que la naturaleza se está pudriendo y que una vez que lo haga ya no tendremos más naturaleza en la que apoyarnos o de la que vivir. Se trata de que la naturaleza se está pudriendo y nosotros nos estamos pudriendo en ella.

En un sentido platónico, diría que la naturaleza tiene un orden, que es un cosmos. Concibámonos entonces parte de ese cosmos. No es que estamos rompiendo el orden de la naturaleza, es que estamos alterando tal orden y a la vez nos alteramos a nosotros mismos. No hay una separación ontológica entre naturaleza y hombre; que nosotros podamos razonar sobre la naturaleza no significa que seamos ajenos al orden de ella. La naturaleza somos nosotros, y en tal sentido es que hay que entrar en conciencia de que somos parte de una armonía milagrosa que sucede dentro de nosotros mismos. Del mismo modo en que no concebimos que tenemos una mente o un cerebro, sino que somos tal mente y tal cerebro, podemos decir que la naturaleza no nos tiene como inquilinos, sino que somos parte de ella como el verde es parte de la hoja.

Cuidar la naturaleza no significa tratar bien algo externo como si se tratara de cuidar bien a tu perrito. Se trata de cuidar el orden del que somos parte desde las entrañas.

Filosofía

Filosofía para el saber

La actividad filosófica se concibe a veces como un medio para el aprender, para el nutrirse de cada vez más conocimientos, discutiendo con ellos, tomando parte de ellos, rechazando algunos de ellos. La actividad filosófica aquí es el auténtico ‘amor por la sabiduría’. Esto ha llevado a lo largo de la historia a numerosos intentos de encontrar ‘la verdad’, de usar la filosofía como un instrumento que posibilita un más fácil acceso hacia las opiniones correctas. Por supuesto, no siempre -y sobre todo en estos tiempos- se da tal caso de deseo fundacional. Hoy en día la mayoría intenta, a través de la filosofía, llegar a la aclaración de ciertos temas que algunos pueden considerar que describen mejor la condición del ser humano en uno u otro nivel, y otros pueden considerar que resultan simplemente más útiles para vivir mejor en comunidad. Filósofos de este tipo son Aristóteles, Descartes, Husserl, y en fin, la gran mayoría. Una filosofía para el saber.

Filosofía para tener la razón

La actividad filosófica se puede concebir también como un instrumento para ejercitarse con el fin de ganar en la discusión, de verse como el más sabio, como aquel al que todos respetan por su altísimo nivel intelectual. Esta filosofía se basa en un ánimo de ganar batallas, de alimentar el ego, de no hacer nunca el ridículo. La historia también está llena de estos casos. Comencemos por el ejemplo clásico: los sofistas, quienes concebían la actividad filosófica como un medio a través del cual podían aprender a hacer del argumento débil un argumento fuerte. Es una filosofía del àgón -de la lucha. El fin era la niké -la victoria. Rorty y Putnam (y Habermas, y Engels, y Brandom, y …) parecen por momentos totalmente inmiscuidos en este tipo de filosofía, en ellos la actividad a veces deja de ser aclaración de posturas para pasar a ser argumentación contra el otro. Schopenhauer sería un convencido de esta dimensión en la filosofía. Prueba de ello es su magnífico libro ‘El arte de tener la razón’. Siguiendo sus pasos, llamo a esta una filosofía para tener la razón.

Filosofía-diversión-felicidad

Concibo una forma de actividad filosófica diferente. Las dos primeras formas que he descrito son las más comunes, y casi siempre es una mezcla de ellas la que se encuentra. Sin embargo -aunque no niego la presencia de elementos de las dos anteriores (las ansias por saber y el ego, por ejemplo)- creo que mi forma de concebir la actividad filosófica no se dirige directamente a ningún objetivo, sino que la concibo a ella misma como un fin. Es una actividad que me produce diversión, que me permite pasarla bien, que me hace feliz en la práctica de ella misma. Esta forma de encarar la filosofía no va en busca de la verdad, ni en busca de tener la razón; no va en busca de nada, encuentra en sí misma la pasión que llama a reflexionar y cuestionar. Más de una vez me encuentro contradiciéndome a mi mismo o cuestionando la postura de algún profesor cuando antes he estado defendiendo esa misma postura frente a otro profesor. Todo esto se explica porque lo mío no se trata de ver con qué profesor o con qué postura filosófica me quedo, se trata mas bien de dialogar con ambas y cuestionar ambas, porque eso es lo que me produce diversión, eso es lo que me hace feliz. Esto puede sonar egoísta en el sentido en que me importa mucho más mi diversión que la utilidad de mis reflexiones para la sociedad o para los problemas comunes, pero debo confesar que eso me importa muy poco. Desde esta concepción, si me divierte reflexionar sobre la esencia de las cucharas, lo voy a hacer.

Me es difícil pensar en filósofos a lo largo de la historia que hayan realizado una filosofía así. Sin embargo, creo que hay dos nombres claves (a quienes me atrevo a dar todas las características antes mencionadas excepto la del egoísmo). Primero, Sócrates, quien creo que vivió en una actividad filosófica que lo movía desde las entrañas a caminar y caminar preguntando y moviendo su intelecto hacia donde este le llevara. El segundo es Wittgenstein, quien publica su Tractatus para luego dedicarse a escribir en modos en los que es claro que no buscaba ninguna verdad, sino que buscaba aclararse a sí mismo. Su vida pareció a ojos de los otros atormentada y extremadamente irregular. Sin embargo creo que su existencia fue totalmente pasional y totalmente entregada a una actividad que lo llenaba de grandeza espiritual. Wittgenstein se escribía a sí mismo, se cuestionaba a sí mismo. Su filosofía es un baile.

Una filosofía que es, ella misma, diversión.

viernes, 14 de noviembre de 2008

El ave fénix

Comencé la lectura de un libro que expone varios aspectos del famoso mito del ave fénix. Las primeras conclusiones son las siguientes:

Hay 2 versiones principales del mito:

Una de ellas dice que el ave fénix, estando cerca al fin de su vida, comienza a construirse un nido con plantas aromáticas en donde se entregará a la muerte. El cuerpo se descompondrá en el nido construido y de tales restos se generará un gusano que irá creciendo hasta regresar a su condición de ave. El nuevo fénix tomará entonces los restos de su antecesor y los llevará por los aires hasta llegar a depositarlos al templo del sol en Heliópolis, Egipto. Este proceso se da cada 500 años.

La otra versión es más simple y es la más conocida. El ave fénix muere quemado en plantas aromáticas reunidas por él mismo, plantas que se han encendido a causa del calor del sol. De las cenizas del antiguo fénix, renacerá la nueva ave.

Algunas variantes son:

La de San Clemente de Roma, que dice que el ave vive toda su vida en Arabia, estando en Heliópolis sólo al inicio de su vida, cuando va a depositar los restos de su antecesor a plena luz del día, de modo que todos puedan verlo.

La de Eusebio de Cesarea, que atribuye al ave virtudes como el andar majestuoso, la belleza de voz, el vuelo rápido y el nivel de reina frente a todas las demás aves.

La de San Ambrosio, quien siendo obispo (o sea ingenuo, desesperado y estúpido) concibe que la resurrección del fénix es prueba de que el hombre está también en camino a la resurrección.

La de San Epifanio, quien dice que el ave muere quemada producto de golpes muy fuertes que ella misma se da hasta que de las heridas salga fuego. Una vez muerto el fénix llega la PROVIDENCIA DIVINA (¿?) y apaga el fuego con una nubecita lluviosa. De los restos surge el gusano que luego evolucionará.

En todas las versiones parecen estar los elementos del nido de plantas aromáticas y de la vida a partir de la muerte. Así mismo me sorprende un elemento del mito que no conocía y que creo es muy poco difundido: la preexistencia del ave fénix en la forma de un gusano. Interesante, ya que ahora podemos comprender porqué Ikki se demoraba tanto en volver a la vida cada que hacía falta que pelee.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Comprendiendo a Donald Davidson


Siento que hay una extendida mal-comprensión de la filosofía de Davidson. No propiamente de lo que postula, sino de cuál es el propósito de lo que postula, o mas bien, de qué mueve realmente a Davidson para realizar la filosofía del lenguaje tal como él la realiza.

Críticas clásicas que se le pueden hacer a Davidson son las siguientes: pareciera que su filosofía está concibiendo procesos lingüísticos demasiado racionales. Por ejemplo, cuando describe su ‘teoría momentánea’ o cuando habla de su ‘principio de caridad’ parece estar concibiendo un proceso en la comprensión y en la comunicación que se reduce a mecanismos lógico-racionales que no ocurren en la inmediatez de nuestro desenvolvimiento en la palabra. Así mismo, se está dejando de lado la dimensión expresiva, vivencial, ontológica del lenguaje, reduciéndose al lenguaje a nada más que al fenómeno de la comunicación.

Quiero aclarar estos temas a partir de mi lectura particular de este autor. La filosofía del lenguaje de Davidson es una filosofía que describe, analiza e intenta comprender las relaciones internas del lenguaje. Davidson no se coloca del lado del corrector ni del lado del gramático. Sus explicaciones son esclarecimientos de fenómenos, de eventos, de reacciones en (no a través de) las que se mueve el lenguaje. Por eso Davidson utiliza para sus análisis ejemplos de ‘interpretación radical’ en donde pueda examinar cuál es la reacción de un hablante en una situación en la que se enfrenta a un lenguaje radicalmente diferente al suyo. Que ese lenguaje sea radicalmente diferente significa que todas las vivencias son desconocidas, es decir, todas las reacciones, los movimientos, los gestos, los tonos de voz utilizados, etc. Las reacciones que Davidson encuentre ahí serán interpretadas como reacciones que se presentan de uno u otro modo cada que usamos el lenguaje natural e inmediatamente. Por supuesto, esto es objetable en algunos casos, pero debe quedar en claro que Davidson no está intentando encontrar los fundamentos absolutos del lenguaje, lo que se hace es intentar aclarar cómo se mueve el lenguaje y porqué se mueve así. Recordando que el falibilismo es una virtud que siempre podemos presuponer en él.

Los movimientos que describe Davidson en sus teorías son intrínsecos al lenguaje. No se trata de que Davidson postule un constante proceso mecánico en nuestro uso de él. Por supuesto que siempre estamos en el lenguaje de un modo espontáneo, y siempre hay una carga vivencial enorme. Lo que está haciendo Davidson no es intentar describir el movimiento racional del hablante cuando se comunica o cuando comprende, como si él pusiera a correr sus ‘teorías momentáneas’ cada que habla con el otro. La figura que creo que ayuda a aclarar la situación es la siguiente: alguna vez hemos escuchado alguna explicación de cómo es que se mueve nuestra boca cuando pronunciamos ciertas letras. Por ejemplo, se dice que cuando pronunciamos la ‘p’ nuestros labios se juntan y nuestra lengua no toca el paladar, para luego pasar a abrir los labios soltando aire a través de ellos. Este no es un movimiento que hagamos concientemente, no es algo que hayamos decidido hacer, no es algo que nos hayan enseñado a hacer. No es algo que hagamos para hablar, lo hacemos en el hablar. Simplemente lo hacemos sin que siquiera nos lo postulemos o nos lo cuestionemos. Esos tipos de movimientos son los que intenta mostrar Davidson. No son movimientos o mecanismos racionales que están por debajo del lenguaje como si cada que este fuera expresado ellos tuvieran que ponerse a funcionar. Las condiciones de lenguaje que describe Davidson no son causantes del lenguaje, tales condiciones se dan en la propia expresión inmediata. No hace falta que nos postulemos los fenómenos intrínsecos al lenguaje para luego hablar, eso es ridículo, o en todo caso, eso sería postular un nuevo lenguaje.

Me parece claro que hay que concebir en Davidson que vivimos en lenguaje, que somos el lenguaje, y tal vivir en el lenguaje es simplemente visto aquí desde una perspectiva. No veo porqué concebir (haciendo frente a la segunda crítica que expuse tres párrafos atrás) que Davidson está haciendo a un lado el nivel vivencial, expresivo, ontológico del lenguaje. Davidson simplemente alumbra el problema con su particular linterna, sin pretender que su luz sea la luz más verdadera. No es que Davidson olvide el tema de la expresividad en el lenguaje, es simplemente que Davidson se interesa por un plano distinto del fenómeno del lenguaje. Y en tal plano hay tanto por rebanar como en cualquier otro. Hay un nuevo prejuicio nietzscheano que ha surgido en la filosofía, que pretende ensalzar toda dimensión emocional del ser humano, machacando la dimensión de lo racional, que resulta tan importante como la otra (en donde no entendemos lo racional en el sentido moderno sino en un sentido mucho más frágil). Este prejuicio trae aun consigo la carga dualista de que podemos ensalzar un aspecto (el emotivo) quitándole importancia al otro (el racional). No se dan cuenta que ya no se puede hablar de algún aspecto más o menos importante que el otro; ambos van de la mano, ambos están siempre juntos y totalmente mezclados. Eso implica recuperar lo emotivo, pero sin hacer a un lado lo racional. La filosofía de Davidson no tiende a darle mayor importancia a un aspecto, tiende simplemente a fijarse en uno de ellos, sin que ello signifique que se está olvidando el otro. Es simplemente una forma particular de enfrentar el problema.

Yo mismo no estoy de acuerdo con muchas de las posturas de Davidson. Por ejemplo, me parece que es un terrible problema en él el uso constante de términos como ‘esquema’, concibiéndose de algún modo que el ‘esquema’ del hablante tendría que encajar (quién sabe en qué dimensión) con el ‘esquema’ del otro para que haya comprensión. Por supuesto, exagero la figura, pero los términos utilizados resultan un problema serio para la comprensión ligera y falibilista de la filosofía davidsoniana. Sin embargo, a pesar de las críticas a lo postulado que se puedan hacer, hay que comprender antes que nada en qué se está pensando cuando se postula esta filosofía. Sino no se tiene idea de a dónde se dirige o de cuál es su propósito. Al fin y al cabo, Davidson es uno de los filósofos más brillantes del siglo XX y merece la pena aclararlo para poder darle el verdadero valor a su tan rica filosofía.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Realidad e Internet


Asistí a una muy interesante ‘ponencia’ (que de lo que entendemos regularmente por ‘ponencia’ no tuvo nada) de Eduardo Marisca en el simposio de estudiantes de filosofía de la pucp.

Lo primero a resaltar es el formato que se presentó. Me gusta pensarlo como que no fue simplemente una exposición sobre filosofía, sino que fue filosofía misma, hecha con instrumentos no sólo totalmente ‘validos’ sino que además muy ricos y muy productivos.

Lo segundo es el tema que se trató. Tema que no pienso ni resumir ni comentar directamente. Lo que me interesa es realizar algunas reflexiones en torno a cosas sueltas que me quedaron dando vueltas. Como bien dijo E. Marisca, su presentación no se dirigía a exponer una doctrina sino a proponer diversas cuestiones que nos inviten a discusión. Intentaré aceptar la invitación con total libertad.

Estamos en tiempo de medios masivos de comunicación. Medios que precisamente no se comportan como simples ‘medios’, sino que ya pasaron a ser parte fundamental del entendimiento que tenemos del mundo. El Internet es definitivamente un fenómeno que ha cambiado la realidad. Me explico. Hace algunos años recuerdo haber descubierto con fascinación la llegada a Lima de lugares en donde se ofrecía el alquiler, por cierto tiempo, de una computadora con acceso a algo llamado ‘Internet’. Recuerdo incluso haberme topado con un par de estos locales y haber elegido uno de ellos porque en su puerta de entrada decía algo así como: “Promoción: alquila 1 hora de Internet y te creamos tu correo electrónico gratis!” Yo por supuesto, ingenuo y emocionado, fui a aquel lugar pensando que iba a ser un lujo increíble tener mi propio ‘correo electrónico’, y encima gratis!

Yo viví la sorpresa del Internet, descubrí el mundo que se abría con él y me dejé asombrar. Sin embargo, hoy en día, el niño ya no vive el Internet como sorpresa, lo conoce desde el inicio, no se asombra con él al nivel en el que yo lo hice. Por que yo descubrí un mundo nuevo, un mundo que me avasalló y que me fascinó al instante por su riqueza de posibilidades. El niño de hoy no descubre un ‘nuevo’ mundo. El niño crece en tal mundo, le es totalmente familiar, y en tal sentido, concibe la realidad de un modo bastante diferente a como se la concibió antes de este fenómeno. A lo que apunto es a que el Internet no es un simple instrumento como algunos piensan (o como ciertamente lo puede ser para cierta gente), sino que el Internet se ha convertido en toda una forma de enfrentarse al mundo, de concebirlo, de armar los esquemas conceptuales, mentales, lógicos o como quieran llamarlos, a partir de los que vivo mi existencia. Así es, la propia existencia se ha transformado, ha comenzado a abrirse a nuevas posibilidades. El Internet conforma una nueva dimensión de nuestra forma de vida, a partir de donde se genera un profundo y complejo ‘juego de lenguaje’ que resulta tan rico como otros. El nivel ontológico de tal lenguaje, el nivel vivencial, expresivo, e incluso el nivel racional, toda dimensión de la existencia se ha abierto a una nueva posibilidad.

Este nuevo lenguaje nos abre a nuevas cuestiones que ni siquiera imaginamos, ni siquiera nos planteamos con el antiguo lenguaje. No es que con el nuevo lenguaje estemos enfrentando las mismas cosas que enfrentábamos antes pero a través de un medio distinto, es mas bien que se abre el nuevo lenguaje, nos sorprende, y nos plantea nuevos problemas, nuevas opciones, nuevos criterios. Como dice Rorty, este “nuevo vocabulario hace posible, por primera vez, la formulación de los propósitos mismos de ese vocabulario.” Las nuevas cuestiones se plantean en los términos de este nuevo lenguaje, por lo que no son cuestiones con las que podamos lidiar con comodidad mientras no estemos inmersos totalmente en tal lenguaje, actuando en él con naturalidad. De ese modo, nos planteamos los problemas que nos da el lenguaje en los términos del propio lenguaje.

Esto no sólo sirve para entender cómo es que se está dando el fenómeno de lo multimedia y del Internet, sino que resulta fundamental que a partir de tal entendimiento nos planteemos la importancia de estar en una era en la que se abre un nuevo mundo, literalmente. No es simple cuestión de plantear la ‘novedad’ que estamos experimentando. Es cuestión de hacernos concientes de la situación en la que estamos existiendo del modo más concreto. Es cuestión de aplicar el ‘conócete a ti mismo’ socrático a partir de estos nuevos términos. Hay toda una carga ética en estas reflexiones sobre la nueva era con la que ya dejamos de enfrentarnos hace rato, para ya estar mas bien viviendo totalmente inmersos en ella. Somos tal era, y creo que entenderla con seriedad como una forma de concebir el mundo que nunca antes se nos presentó resulta importante por motivos de simple coherencia de la humanidad.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Global Warming

Problema primordial de nuestros días discutido por el más genial de los comediantes de nuestros días.


Larry David = Übermensch