martes, 16 de septiembre de 2008

Montesinos y Fujimori

Bastante tarde, quiero lanzar una pequeña reflexión sobre el encuentro que se dio entre Montesinos y Fujimori en el juicio que se le sigue al último. Y es que las interpretaciones que se le ha dado al encuentro no me satisfacen, hay algo que se les escapa, una conclusión que no he escuchado sacar.

Recordemos primero la actitud con la que Montesinos se presentó al juicio. Basta un pequeño ejemplo:


El tipo no hizo más que burlarse de la seriedad del proceso en cada una de sus intervenciones. Con actitud prepotente pretendió cargar sobre sus espaldas a toda la sala y dirigirla a donde le diera la gana. Él era el dominante, el más capaz, el único que poseía y decía LA VERDAD, el único con la suficiente autoridad para mirar por sobre el hombro a quien sea que le dirija la palabra. Obviamente esto habla de la psicología del individuo en cuestión; pero a su vez, esto no es algo improvisado, no es una personalidad aflorando instintivamente. Esta actitud estuvo bien planeada por Montesinos, fue su ‘táctica’ para enfrentarse a las interrogantes, para demostrar que él sigue siendo el que tiene el control, el que sabe cómo tratar a los que se le pongan en frente. Repito, no es una actitud improvisada, es todo lo contrario: una puesta en actividad de lo antes calculado como estrategia frente a las cámaras.

Todos coinciden en esto, sin embargo hay algo que no se ha sabido develar; esta claro pues, el mensaje que Montesinos quiso dar explícitamente, pero no me parece que este claro lo implícito en la actitud de Montesinos frente a su ex (a punto estuve de convertir el ex- en un prefijo, pero con el ‘ex’ basta). El siguiente reportaje muestra la interpretación clásica de la relación que se apreció en el evento:





Vemos pues, que se interpreta la gestualidad, las palabras y la actitud de Montesinos (los tres elementos íntimamente ligados y combinados por supuesto) como muestras de la relación estrecha y afectiva que se siente con el ex. Así mismo se atribuye a esto la actitud de complicidad con la que Montesinos se presentó en la sala. ¿Pero es esto cierto?; ¿Montesinos fue realmente a ‘exculpar’ a Fujimori?; ¿lo intentó rescatar del naufragio con su actitud amical (por decir lo menos) y solidaria?; ¿son esos gestos, esas sonrisas, espontáneas?; ¿son realmente muestra del amor que se le sale por su deseado y extrañado ex?

Yo no lo creo, yo creo que tenemos que ver más allá de lo evidente. Si juzgamos con claridad que Montesinos tenía planeada su presentación (como es bastante obvio que debió haber sido), porqué no plantearnos que así como las palabras y la actitud fueron parte de una estrategia calculada, también lo fueron esas sonrisas, esas miradas, esos saludos respetuosos que el ex asesor le dio a su presidente. Yo no veo en todas esas expresiones una afloración de la química que Montesinos siente con Fujimori, como sí interpreta el ingenuo psicólogo que presentan en el reportaje (pero bueno, la ingenuidad es característica recurrente en psicólogos). Lo que yo veo son gestos previamente calculados, lo que yo veo es a un Montesinos queriendo hacer ‘pisar el palito’ a Fujimori con sus sonrisas de cómplice. Yo no veo a Montesinos tratando de ayudar a Fujimori, yo veo mas bien a Montesinos queriendo hacer creer que está ayudando a Fujimori. Pero lo que estaría deseando es precisamente lo contrario: que el jalado le conteste las sonrisas (como lo hizo) no para salvarlo del naufragio, sino para hundirlo con él.

Montesinos comienza el juicio diciendo que está ahí para exculpar al acusado, para desmentir todas las calumnias que se están diciendo sobre él. La primera imagen que nos vende es la del salvador, la del hermano de sangre que ha vuelto para rescatar a su desgraciado amigo. Y todos la compraron, todos se quedaron con esa imagen y la proyectaron a lo largo de toda la audiencia. Pero después de esa declaración inicial, ¿acaso Montesinos se preocupó por aclarar la situación de su ex?, a mí me parece que para nada. Tras su primera intervención Montesinos no hizo mas que jugar al titiritero con los fiscales, los jueces, con otros personajes que asomaban en el interrogatorio (claro ejemplo de esto son las alusiones al ex vicepresidente San Román y al fiscal Guillén), y con todos aquellos que observaban el evento desde un televisor. No hubo una real defensa a Fujimori, hubo mas bien un constante ataque en todas direcciones, una serie de disparos desesperados hacia quien sea que ponga en frente. Y en medio de todo este caos generado, Montesinos se las ingenia para lanzarle unas cuantas sonrisas a Fujimori (sonrisas que sabe que serán captadas por las cámaras), como diciéndole: “Ves cómo todos acá están a mis pies?, vez cómo estoy acá para sacar la cara por ti?, estos no pueden con nosotros, son todos muy débiles. Sigo siendo tu cómplice, mándame alguna guiñadita para saber que sigues siendo tú también mi cómplice” Pero a mí me parece que lo que Montesinos habría estado diciendo realmente es: “Acá estoy jugando al cómplice fiel, cae en mi juego chino, para que te hundas conmigo, para que todos vean que tu relación conmigo sigue siendo la de siempre. Cae en mi juego y todos hablarán de un Fujimori maldito que sigue en sus artimañas con el demonio. Devuélveme la sonrisa para que te pueda hundir tal como yo ya estoy hundido; me burlo del fiscal, del juez, de la gente, y también me burlo de ti”

La sonrisa final de Montesinos no es una despedida cómplice y amorosa, es mas bien una invitación al tropiezo, a la desembocadura de la estupidez de un ex gobernante que ha caído una vez más en las tretas de su asesor, y que una vez más se va a hundir con él.

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